Filosófica-mente


Es conocida y difundida la idea de que es necesario deshacerse de la mente, o por lo menos de su aspecto inferior que sería lo que muchos llaman el ego, para alcanzar cierto grado de liberación. Esto es cierto desde un punto de vista. No obstante, es necesario también saber que la liberación o trascendencia suele ser un proceso en la mayoría de los casos y no ocurre generalmente de un momento para otro. Por lo tanto, más que descartar a la mente lo mejor es emplearla con el fin de trascenderla. Como dijo mi primer profesor de filosofía hace algunos años, la mente es como una escalera, o como un barco, una vez que logramos subir a través de ella o navegar hacia la otra orilla, recién ahí es posible y conveniente descartarla, no antes. Hasta ese momento es una gran compañera de trabajo que nos permite ir decodificando las experiencias, al mismo tiempo que va modificándose a sí misma, limpiándose como un cristal, sutilizándose.


En este espacio, la idea es reflexionar, hasta que esta actividad ya no sea necesaria. Qué mejor instrumento para ello que la mente. Los textos a continuación siguen este propósito.






Amarse a uno mismo…



Coincido con lo que Shakeaspeare dijo alguna vez, que amarse a uno mismo es un pecado menos grosero que detestarse. No obstante me hace un poco de ruido la palabra pecado en esta frase. Si tanto amar como detestar son pecados (en distintas graduaciones) la pregunta que me surge entonces es: qué no es pecado? Si amar y odiar entran dentro de la esfera del pecado, qué es pues lo que quedaría afuera? No es mi ánimo cuestionar a Shakespeare, supongo que algún motivo habrá tenido para decir aquello, algún motivo que apenas logro vislumbrar. Quizás para acercarnos a algún tipo de respuesta a este interrogante tengamos que salir de la dualidad, en este caso del terreno que va del amor al odio en sus dos extremos opuestos. Y esto no es tarea fácil. Suele ser una idea bastante común y aceptada por todos que el odio es infructífero y que es necesario trascenderlo, pero no ocurre tan fácilmente lo mismo con el amor… Quizás tengamos que ir más allá de este sencillo y a la vez complejo dilema para encontrar una respuesta.




No lo olvides...